Estaba firmada por Dante, un hombre al que no conocía.
Por simple curiosidad, respondí su carta para preguntarle qué estaba esperando exactamente. ¿Su respuesta?
A ti.
Le dije al hombre misterioso que se había equivocado de chica. Dijo que no lo había hecho. Le dije que nunca nos habíamos conocido, pero dijo que me equivocaba.
Continuamos intercambiando cartas cada semana que se volvieron cada vez más íntimas. Entonces, un día, las cartas se detuvieron. Cuando descubrí por qué, ya era demasiado tarde.
Dante estaba ante mi puerta.
Y nada en la Tierra me podría haber preparado para lo que sucedió después.
Mil gracias a SB!