Después de que sus hermanas la convencieran de que la única forma de superar su amor por lord Nicholas Wentworth era escribir sobre él, Amelia dedicó horas y horas a escribirle cartas. Pero esas cartas no debían llegar nunca a manos de Nicholas. ¿Cómo iba a confesarle lo que sentía por él sabiendo perfectamente que seguía enamorado de su hermana, ahora casada?
Para ahorrarse esa humillación —y mantener el secreto de su seudónimo literario—, Amelia ha de encontrar la forma de recuperar las cartas desaparecidas y, en caso de que no lo consiga, convencer a Nicholas de que ha sido todo una broma pesada y de que ella no es en absoluto A. Hardwick, una escritora tan escandalosa que, si la verdad saliera a la luz, causaría la completa ruina de todas las hermanas Chadwick.