Para Althea, la marca con la que nació es inofensiva, pero para los habitantes de su pueblo sin nombre, es un presagio que romperá su tregua centenaria con el bosque y los viles duendes que lo habitan. Cuando sus cosechas se secan, todos los dedos la señalan, y el culto que negocia la paz con el bosque se ocupa de su desaparición ritual...
Silvanus, guardián del bosque, es un prisionero de sus bosques, habiendo perdido todo sentido del tiempo a medida que los siglos de su reinado comienzan a desdibujarse. Es decir, hasta que descubre a una mujer sacrificada en su claro y usa sus enredaderas para suturar su herida y resucitarla. En ella descubre un alma rechazada y sabe que su sacrificio es injusto. Sin embargo, una brasa peligrosa en su pecho advierte que no todo está bien en su bosque...
Mil gracias a AL!
